Mayores, muy mayores

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Comparto un fragmento de Vivian Gornick , del libro, “La mujer singular y la ciudad”.

Me sirvo de la voz de la escritora para reflejar mi sentir. Resonando en sus palabras, aun suaves, sobre la importancia de acompañar, escuchar, estar al lado de quienes por edad están siendo relegados a un exilio silencioso, casi como si no existieran, ya no tuvieran necesidades, por el hecho de ser mayores, muy mayores. Ese cada vez más apagada es penoso, es  doloroso ver como la vida se consume en las personas que amamos . Esa chispa luminosa que aflora cuando la persona se siente escuchada y querida, cuando hay alguien al otro lado, me reconforta por momentos y me recuerda la importancia de la calidez y la presencia.

 

“Cada vez que iba a visitarla, la veía mucho más cansada que la vez anterior. Es cierto que ya tenía más de ochenta y cinco años y vivía a base de analgésicos; el cansancio, sin embargo, era sobre todo espiritual, no del cuerpo. Cuando ya llevaba unos meses viviendo en la residencia, siempre que iba a visitarla la encontraba desplomada en la silla, tan exhausta que daba miedo verla. Aun así, me sentaba frente a ella y, sin siquiera preguntarle cómo se encontraba, me ponía a hablar. A los pocos minutos de escuchar mi voz, su cara, su cuerpo, sus manos empezaban a volver a la vida. Enseguida estábamos conversando de libros, de los titulares del día y de conocidos comunes tan animadamente como siempre, aunque sin discutir. Creo que nunca olvidaré la visión de aquella milagrosa transformación. Ver cómo la actividad de una mente brillante le devolvía la vida a una persona medio muerta fue presenciar una metamorfosis que siempre se me antojó como ninguna otra.

…  Lo único que importaba ahora era que  –excepto cuando estaba leyendo- mi amiga había sido relegada a un exilio de la mente que equivalía a un encarcelamiento. Era como si hubiera sido declarada culpable de vivir demasiado tiempo. Qué duro me parecía aquel castigo respecto del crimen cometido”

fragmento de Vivian Gornick “La mujer singular y la ciudad”

foto: paseos con mamá (93 años), parc de la Roqueta Tona, cerca de la residencia donde está viviendo.