En una entrevista, el Dr. Gabor Maté, reconocido médico y autor, especialista en trauma, relata lo que un psicólogo le dijo:
“Si tus padres no sabían cómo sostenerte (contenerte), tú desarrollaste una mente que te sostuviera. Así que encuentras tu seguridad en esta mente que creaste. La mente humana ordinaria es la mente humana egoica, que básicamente es una estructura de defensa. Es, en gran parte una respuesta al dolor, no es lo único pero en gran parte es una respuesta al dolor. Es un destino del dolor. Está diseñada para evitar que experimentes dolor. Así que está preocupada, ansiosa y defensiva. Cuando viene el cambio y la vulnerabilidad, la mente quiere defenderse de esto, así que viene del miedo, lo que a su vez viene de la infancia, donde el dolor que tenías no fue sostenido. Por esto desarrollaste estas estructuras mentales que te impiden experimentarlo.”(*)
Seguramente son palabras que a muchas personas nos resuenan. Nos podemos reconocer en esa mente discursiva, ese diálogo interno, ese intento de explicarnos la vida, de anticiparla. Quizá con el tiempo ya hemos podido observar ese tipo de pensamiento que se retroalimenta, que nos desconecta de la realidad y del momento presente, esa vida paralela que se genera en nuestra mente.
Si somos capaces de verlo, darnos cuenta, identificar las voces internas y el pensamiento como tal, ya es algo, ya no nos subiremos al carro con tanta facilidad, ya no alimentaremos ese fuego con la misma intensidad.
Podemos darle tierra al niño que llora en nuestro interior a través de la percepción de nuestro cuerpo, y de sentir el suelo que nos sostiene bajo nuestros pies. Podemos darle aire a la niña que grita en nuestro interior, acunarla con cada respiración que nos acontece sin esfuerzo. Calidez y ternura con nuestras manos, en el pecho, en el rostro, en el lugar que sintamos que nos reconforta y que nos hace bien. Podemos dejar que nombre sus temores, escucharla y ofrecerle palabras tiernas de consuelo “estoy aquí contigo, no te abandonaré” . Y de verdad quedarnos, y no abandonarla.
Está en nuestras manos cultivar esta intimidad y actitud bondadosa en nuestro día a día, practicando la escucha, el silencio, la quietud y también el movimiento. Todo aquello que nos permita sentir la conexión con la Vida que se manifiesta en nuestro cuerpo a cada instante, en cada latido, y nos susurra “estás aquí, ahora!”.
Crear espacios grupales donde compartir, respirar y explorar juntas. Como mamíferos y seres sociales que somos, ofrecernos acompañamiento y apoyo mutuo, favoreciendo la relajación del sistema nervioso, saliendo del modo alerta, lo que mejora las funciones de nuestro organismo, nos conecta con la calma y la alegría que nos es innata.
El mundo está revuelto, nos necesitamos cerca, nos necesitamos fuertes y despiertas, personas queridas!
Texto Ina Dunkel
foto desconozco autoría
(*) Esta y otras entrevistas, y el documental “The windsom of trauma” se encuentran fácilmente en las redes.
#movimentconscient #movimientoconsciente #conscienciasensorial #sensoryawareness #psicocorporal #embodiedmovement #experienciasomatica