“Lo que hago, cosa que nunca he revelado a nadie, es cerrar los ojos cada vez que voy a entregarme a alguna labor que va más allá de mis deberes cotidianos, y entonces me imagino cómo la realizaría mi padre o cómo la realizó alguna vez delante de mí, y luego lo imito hasta encontrar el ritmo correcto, y entonces la tarea se torna visible y se clarifica, y así lo he hecho desde que tengo memoria, como si el secreto residiera en la actitud del cuerpo respecto al trabajo que lleva entre manos, en cierto equilibrio en el punto de partida, como el que se requiere para acertar justo en la tabla de batida en el salto de longitud y para el sereno cálculo previo de cuánto se necesita, o cuán poco, y para la mecánica interna que toda tarea conlleva; primero lo uno y luego lo otro, en una relación que está grabada en cada paso del trabajo, como si, de hecho, toda labor existiera ya en una forma definida y el cometido del cuerpo al moverse fuera simplemente apartar un velo para que el que contempla pueda leerlo todo.”
Fragmento de Salir a robar caballos de Per Petterson
foto: Lucas con su Opa en St Julià cortando leña. Mi papá y mi hijo. Amor infinito.