Esther

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…  como chirimiri que me empapa. También algún trueno y relámpago.

En mi inicio en tus sesiones me sorprendía tu pregunta. ¿Cómo te sientes? ¿Qué sientes? Yo “instruida”  ¿en qué pienso? me quedaba perpleja.

A lo largo de estos años sentir y formular lo que siento me hace percibirme físicamente sin ciertas armaduras. Hay instantes que mi cuerpo se siente expandido en varias direcciones y mis veinte dedos bailando.

(…) Me cuesta bastante los ejercicios de movimientos muy pequeños. Cuando los acabo corro de un lado a otro.

Las actividades con palos de madera y pelotas de tenis me resultan durillas y al día siguiente tengo alguna agujeta.

Hay momentos que la música me despierta mi faceta juguetona de patio de colegio en recreo. Me sorprendo compartiendo el juego con unos y otros. Una gran danza en grupo que desearía que continuara y continuara.

La fuerza del grupo me atrapa.

Escuchar a otras personas lo que sienten y expresan en el grupo me produce admiración.

De vuelta a casa camino agradecida con una espontanea sonrisa exterior e interior